Atrapado entre tecnología y virus
- T V
- 14 jul 2020
- 6 Min. de lectura

Dicen que la inspiración no entra volando por tu ventana, tampoco lo creía. Pero lo cierto es que en la tarde cuando comencé a escribir estas palabras, una luciérnaga entró por mi ventana. Eran las 18h44 y la noche se acercaba. La luciérnaga se paseó por todo mi cuarto hasta que se impactó contra el vidrio de la otra ventana. Intentó varias veces encontrar la salida, pero el cristal le impedía. Y después de muchos intentos la luciérnaga finalmente logró escapar de la habitación iluminando la oscuridad de la noche.
Esto me llamó la atención porque asimilé lo que estamos viviendo, atrapados en nuestra casa y con deseos de salir. Somos esa luciérnaga testaruda que mira el cristal de la ventana, sin reconocer la barrera transparente que nos impide avanzar. Albert Einstein decía que si juzgamos a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil. Menciono esta frase porque siento que estamos perdidos en medio de la tecnológica sin concebir nuestra capacidad de operar correctamente este sistema, subestimando todo lo que hacemos o no dentro de ella.
Nosotros vivimos dependientes de la tecnología, aunque en su mayoría sin saber manejar. Por eso, ahora desde mi refugio quiero mencionar cómo la tecnología y la pandemia modifican mi perspectiva de esta realidad. Así que te invito a reflexionar y compartir esta experiencia que nos ha tocado vivir.
Uno de los problemas del covid-19 es que las personas no saben si se relacionaron con alguien que está contagiado o no, porque esa información no existe cuando la persona no ha sido diagnosticada con esta enfermedad. Esto nos obliga a mantenernos confinados en casa. Al mismo tiempo en Corea del Sur existe una aplicación que les sigue el rastro a las personas infectadas y alerta a quienes se les han acercado, vía mensajes de texto, para que tomen las precauciones necesarias. Entonces me preguntó: ¿La vida privada ya no existe o se debería aplicar esta medida para controlar la pandemia del coronavirus?
Desde mi punto de vista en esta cuarentena la comunicación se tornó impersonal en esta modalidad virtual. Por más imágenes, sonidos y emojis jamás se podrá reemplazar la comunicación personal, considerando que una video llamada o reunión apenas proyectan una parte de las personas que están al otro lado de la pantalla, porque recordemos que la comunicación en su mayoría se conforma por un lenguaje no verbal.
El mundo se paralizó. No obstante los contagios masivos siguen en aumento, mientras el Estado de Rio de Janeiro permite que los estadios de fútbol reabran al público con un tercio de su capacidad, ¿Qué pasó con la idea de usarlos para contener la pandemia? ¿Por qué se esfumó? Estamos desesperados en conseguir lo que tanto atesoramos, la “anterior normalidad”, pareciera que andamos como pollos sin cabeza. Atolondrados.
No comprendo cómo regresó el fútbol en Europa, mientras ya se calienta el rebrote de la segunda ola del coronavirus a la vuelta de la esquina. No comprendo cómo se permiten los mítines de campaña electoral de Donald Trump si el mundo está en crisis por tanta aglomeración y despilfarro (y también pronto será en el caso de Ecuador). Hace unas semanas leía que un sacerdote ruso declaró “pseudo-pandemia” al covid-19 y además acusaba a los demás de trabajar para el anticristo. Absurdo. Solo espero que esa conducta no se propague y que se eviten las peregrinaciones religiosas y los eventos eclesiásticos en el Ecuador.
Me preguntó cómo será la vida que tendremos luego de haber pasado mucho tiempo conviviendo con nosotros mismos, aislados del Covid-19. ¿Este podrá ser el futuro oscuro y distópico de 1984 o Fahrenheit 451? ¿O este podría ser el momento donde la inteligencia artificial nos domine aún más que en la actualidad como proyectan los escenarios de ciencia ficción de WALL-E o Terminator?
Todos hemos experimentado fallas durante las últimas semanas en la comunicación digital y por lo tanto se presenta la posibilidad que la realidad virtual podría ser considerada como una alternativa real a las videollamadas permitiendo que las personas sientan que están en el mismo espacio, trabajando en equipo y tomando decisiones conjuntas. Me imagino que pronto en medio de este confinamiento se nos hará más placentero vivir con visores de realidad virtual.
En el futuro la naturaleza de los eventos masivos supongo que cambiarán drásticamente a medida que las empresas ejecuten eventos digitales y virtuales optando por un prototipo híbrido que se apoyará más en los modelos de redes digitales. Sospecho que las empresas del futuro crearán servicios personalizados, rápidos e inteligentes acordes a los deseos de la sociedad. Mientras tanto en el presente en medio de esta pandemia, por ejemplo, ya han cambiado significativamente en estos hábitos en otras ciudades, donde ejecutan nuevas alternativas para evitar la propagación del virus volviendo a los autocines para los conciertos o proyecciones de películas en público.
Todos dicen que este 2020 será recordado por siempre, por las consecuencias que trajo la pandemia y entre esas están el cambio de trayectoria en el comercio electrónico, la telemedicina y el trabajo a distancia. He visto que estamos cerca de un incremento acelerado de vehículos de entrega autónomos, un crecimiento de pagos digitales, de la tecnología de pago sin contacto, un aumento en las conferencias de voz y video o de entregas vía drones inteligentes (de medicamentos, alimentos, productos, etc.) y un desarrollo en la fabricación con impresión 3D.
En los últimos años internet ha tenido más impacto en el comportamiento humano que todos los medios de comunicación juntos, hasta el punto que la red sabe lo que pensamos. Pero nuestra manera de procesar la información no es siempre fiel a la realidad, provocando errores de interpretación que distorsionan nuestro entorno. Es muy importante ser conscientes de que actualmente existen dos virus. Uno en el mundo físico llamado covid-19 y otro en el mundo virtual que es conducido en su mayor parte de tiempo a través de una cadena viral de WhatsApp incontrolable evocada por una maniobra efusiva.
¿Por qué los hechos falsos han ganado tanto protagonismo? ¿Tiene nuestro cerebro una debilidad por lo absurdo? Espero que no. Lo que sí es cierto es que el menor esfuerzo de entender el manejo de la red podría considerarse el padre de todas las distorsiones. Solo vemos lo que queremos ver e incorporamos nuestra opinión a la mayoría. En las redes sociales la conformidad es una parte activa del sesgo de la información. Deberíamos estar en condiciones para ser capaces de que en el futuro podamos leer entre líneas.
Sin duda el miedo, la credulidad y la incertidumbre provocados por la pandemia han hecho que los rumores se sostengan como verdades, evitando a la razón y la evidencia. La sociedad híper conectada e informada vive entre medias verdades y mentiras. Además hoy vivimos en piloto automático como unos autómatas sin ser conscientes de nuestro entorno.
Mientras todos esperan la gran noticia de que ya exista la vacuna para combatir el covid-19, surgen cada vez más recetas caseras y absurdas que supuestamente acabarán con esta pandemia como el agua de limón con jengibre, anís estrellado, clavo de olor, cúrcuma, el dióxido de cloro, la Ivermectina, cloroquina y la hidroxicloroquina… y quien sabe otras cosas más que aún no me entero. Seguramente más adelante aparecerán deepfakes que sorprenderán a algunos que creen en todo lo ven en internet. Y puede ser que las primeras que mencioné fortalezcan las defensas del sistema inmunológico pero no curan el coronavirus, porque no hay evidencia.
Desde que comenzó el confinamiento he salido solo para lo indispensable. El contexto afuera es distinto, muy diferente que a través de mi ventana. En las filas del banco, farmacias y supermercados hay un silencio extraño que nunca había experimentado. Todos llevamos mascarilla sin podernos reconocer. Es como sentir en el ambiente la misma incertidumbre a través de las miradas. Parecería que todos apreciamos lo mismo pero no nos decimos nada, sólo miradas y apenas pocas palabras.
Tal vez esto sea necesario, pues sin dejarnos enredar por los miedos y perjuicios podremos entender cosas que son muy importantes para todos. Cosas que siempre estuvieron allí, pero ahora son visibles. El escritor Alessandro Baricco afirma que el coronavirus es el ensayo general de la auténtica emergencia crónica que vendrá después cuando aceptemos la hipótesis que el planeta se está muriendo y que esta es una gran emergencia que eclipsará todas las otras. Ojalá pronto podremos ser como esa luciérnaga que se ilumina en medio de la vacilación para buscar una solución en medio de la penumbra.
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